Déjame en paz, coño
¿Sabes, ese tío – a veces incluso baboso – con el que te lías una vez en tu vida y luego te trata como si tú bebieses los vientos por él y fuese algún tipo de príncipe azul de un cuento? Pues de ese vamos a hablar hoy.
Vamos a ver, chaval, céntrate.
Dejame en paz, coño. Me he liado contigo UNA vez. Gran parte de la culpa de esa situación es del alcohol y la otra parte del despecho. Con arrepentimiento efecto inmediato, como un microenema.
No estoy orgullosa, vale. Pero es la verdad.
¿Qué te hace pensar que 10 años más tarde voy a seguir con ganas de pasar por lo mismo? No, no estoy enamorada de ti. Nunca lo he estado. No tienes que tratarme como si lo estuviera. Ni siquiera como si me gustases.
De hecho, no entiendo por qué ibas a tratarme diferente en el hipotético caso de que me gustases. No necesito que me perdones la vida o cosa así, ni mucho menos que te comportes como si tal cosa…
HOMBRES.
Alerta: Esto es una generalización. No ofendiditos welcome. Gracias de antemano.
Ya está. Nos metimos la lengua hace MUCHO tiempo. ¿Te crees que me siento orgullosa? Pues no.
Pobre iluso.
Déjalo estar. Ya pasó.
Y oye, de verdad, deja de tirarme del pelo en las discotecas cuando me ves y estas borracho. Que es ridículo.
NO ESTAMOS EN PRIMARIA. SOMOS MAYORCITOS.
Por favor, para de arrimarte y acercarte, porque ya roza el limite del acoso. Dejame en paz, que a veces eres peor incluso que el tío de la grapadora.
Y si no sabes beber, no bebas. Es fácil, sencillo y para toda la familia.
Tu también conoces a alguien así, ¿me equivoco? Tranquila, amiga, estamos contigo, no estás sola. Ánimo. Algún día entenderé el complejo de principe azul baboso de estos individuos y por qué se les sigue permitiendo la ingesta de alcohol y la socialización humana.
Hasta entonces, estaremos alerta.