La fortaleza que cansa

Pues sí. Puedo agobiarme, cansarme, y acabar hasta los cojones. Es algo bastante frecuente, de hecho.

Verás, es que la realidad es que Wonder Woman es un personaje de ficción de una tía que es super chachi-mega-guay lo hace todo, de todas las maneras que quieras, está buenísima y todo lo que tú quieras. Pero en realidad, eso no existe.

Y como no soy Wonder Woman, a veces acabo hasta el toto, y peto. Y lo mando todo a tomar por el jander. Y me quedo más a gusto que un ocho, eh. Y vuelvo a empezar.

No pasa nada, no me voy a morir. No me está dando un parraque.

Solo pasa eso, que una se cansa. Una puede ser fuerte durante un periodo de tiempo, con un número limitado de cosas. Pero ya está, llega un momento en el que te supera, como cualquier hijo de vecino, como cualquier persona humana y física que se precie.

Pues ya está. Déjame en paz.

Que me tienes hasta la seta con tus “ay, mujer, con lo fuerte que tu eres, cómo te vas a poner así por esto”, “ay, pero piensa en positivo”, “ay, pero ya se pasará”, “ay, es una racha”, “ay, ay, ay”. De verdad, te arrastro.

Cállate. Ya basta.

Dé. Ja. Me.

Que yo se que lo haces por intentar animarme, y todo lo que tú quieras, pero chica, que tengo derecho a estar hasta el culo a veces también, y a quejarme porque todo es una mierda, y a cabrearme y a gritar.

Aunque no te lo diga, ser fuerte requiere muchas cosas que tú no ves. La fortaleza, no es simplemente coger y “hala, soy fuerte, que guay”. No, la fortaleza requiere esfuerzo, sacrificio, y tragarse muchos sentimientos, ganas de mandarlo todo a la mierda y quejarse, porque no procede. A ser fuerte te enseñan a hostias.

Pero no se puede ser fuerte 24/7. Es imposible. Inhumano. Incluso Aquiles tenía su talón.

Así que, si un día me ves quejarme, déjame quejarme tranquila, anda. Que por algo será.