El sexo y yo

Los capullos también desescalan.

Sí, los capullos también desescalan, no íbamos a ser solo el resto de los mortales desescalando ante la pandemia por coronavirus. Y no me refiero a en un rocódromo. No. Ni a los capullos de las flores porque la primavera ha pasado y ni siquiera estuvimos aquí para verla. Hablo de todos esos mareadores y capullos varios que se dedicaron a hablarte durante la cuarentena y de repente no has vuelto a saber de ellos.

Ese ex del que no sabes nada desde hace 5 años o ese capullo que te hizo ghosting hace 4 meses, que ha vuelto para amenizarte el aburrimiento cuarentenil, pero que con la llegada de la desescalada y la confusion con las fases aprovechan para hacer la trece catorce y desaparecer mejor que Houdini en el mejor de sus espectáculos.

Ese tío que te tiraste una vez hace mil años y que con la cuarentena se ha varado en tu whatsapp como una ballena en la playa, pero ahora ha vuelto al mar como si hubiese venido Greenpeace a rescatarle por miedo a la deshidratación. Deshidratación de terraceo, vaya.

Porque cuando la desescalada abrió las terrazas y la posibilidad de vida social, desescalaron tambien los whatsapps en tu movil, las llamadas y los mensajes de buenos días. Y si te he visto, no me acuerdo, maja.

Pero no todo es culpa del capullo recurrente que ha vuelto para dar por culo por el motivo que sea. En parte es culpa tuya. Sí, sí. Tuya. Porque él siempre vuelve, ataca y machaca, aplicando la técnica del martillo pilón a ver si caes. Y tú, que parece que no aprendes, pues acabas cayendo. Esto es así, la carne es débil a veces, y en cuarentena más todavía.

Mal, muy mal. Error solo comparable al de Carrie cuando volvió con Jack Berger en Sexo en Nueva York, capullo de la serie por excelencia -y quien diga lo contrario, miente-, después de dejarla por sentirse pequeño ante su éxito profesional, para volver a dejarla al día siguiente con un puto post-it.

Dale, J.Lo.

¡FORTALEZA, QUERIDAS!

Un capullo cualquiera está siempre a la vuelta de la esquina, eso ya lo sabemos. Queramos o no. Seguramente, la próxima vez que pise una Iglesia ponga una vela por todos esos chats que murieron tras la cuarentena. Hasta entonces, stay strong, como la J. Lo, y centremonos en esos chats que tras la cuarentena, siguen ahí.

Y recuerda: al capullo ni agua.

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