ODA A LAS COSTUMBRES DE CUARENTENA
La cuarentena nos está proporcionando cosas muy malas, pero también cosas muy buenas. Y no me refiero a la gente que pone música, que ayuda a sus vecinos, etc., que también. Hablo a nivel personal, en tu entorno, con tu familia y tus amigos.
A mí, por lo menos, me está sirviendo para ver quien está y quien no. Quien te apoya, quien te pregunta, quién se acuerda de ti, quien te ayuda. Vamos, tengo tanta o más vida social a través de las videollamadas desde que estamos confinados que antes, yendo de cañas.
Solo pido que, cuando pase todo – la frase más repetida del confinamiento –, nos acordemos de esto. Porque no sé tú, pero yo estoy recibiendo llamadas y videollamadas de gente que no tenia pensado ver estos días. De gente con la que no hablo de normal. Incluso de gente con la que hace años que no hablo.
He hecho videollamadas con amigas que veo todas las semanas, sí. Pero también con amigos que viven lejos y que no suelo ver. O con mi familia que vive en la otra punta de España, o un tele juego de mesa con mi grupo de amigos del pueblo, o soplar las velas con tu familia pero a distancia.
Yo me pregunto, ¿por qué no podemos tener esa misma intención cuando no tenemos que estar aburridos en casa? ¿Seremos capaces de mantener estas buenas costumbres cuando volvamos a ser libres como el sol cuando amanece y como el mar? Yo digo que ojalá sí.
Ojalá que mi grupo familiar siga activo preguntando cada día como vamos y mandando videos. Que tomemos tele-cañas con los amigos que están en otra comunidad, en otro país o que, por lo que sea, no vemos tanto. Ojalá sigamos organizando cosas para que la distancia sea más amena y menos dañina. Si por mí fuera, mantendría hasta a mi vecino que me pone música a la hora del vermú, aunque solo fuese los sábados y los domingos.
Que demos la importancia que se merecen a lo que estamos haciendo y a lo que no podemos hacer: a los abrazos, a los besos, a los olores, a las caricias, al sol, a la brisa, al mar, a pasear, a respirar aire nuevo y a tomarnos una caña en una terraza. Que apreciemos los pequeños lujos como poder ver a tus amigos en dos minutos, rescatar álbumes de fotos antiguas, ver una película acompañado, ir al cine, salir a bailar o, incluso, poder ir a clase. Que alabemos al sistema sanitario y sigamos queriendo mejorarlo.
Lo primero que voy a hacer cuando salga – la segunda frase más repetida del confinamiento – va a ser coger mi ordenador e irme a tomar algo y escribir en cada uno de los bares de mi zona. Voy a pasear por las calles de Oviedo de noche, porque me encanta. Me voy a llevar de cita por ahí a algún sitio bonito. Voy a tomarme un café en esa cafetería tan mona que tanto me gusta. Voy a coger el coche y llevar a mi abuela al pueblo. Voy a hacer más videollamadas, con más frecuencia. Voy a salir con mi bestie al bingo y luego vamos a acabar cerrando los bares, que eso también es importante. Es que creo que voy a salir de casa y no voy a volver en tres días por lo menos.
Pero, sobre todo, sobre todo, voy a priorizar mucho a la gente que ha estado. Porque hay personas que se han preocupado de verdad, y yo por ellas. Porque la gente cuando está se nota y cuando no, también. La gente que está es la que merece la pena, en todas las ocasiones.
Por todas esas personas que merecen la pena y por todos los planes que haremos con ellas.