Tres de mis libros favoritos (y puede que alguno más)
Cuando era pequeña, devoraba libros. Con 10 años me leí todos los de Harry Potter más dos antologías sobre el mundo mágico en cosa de un mes porque no podía parar. Es algo que me pasa todavía ahora.
Si un libro me gusta sigo con el un capítulo más hasta que me lo acabo o se me cierran los ojos solos. Para mí, no funciona lo de leer un poquito antes de dormir. Más que nada porque leer un poquito antes de dormir se convierte en que te den las 5 de la mañana y haberte acabado el libro porque no podía parar. LO ACEPTO.
También acepto que por eso leo menos de lo que me gustaría, porque no siempre dispongo del tiempo suficiente para zamparme un libro en un día. Suelo tener que moderármelos bastante, y si me los modero acabo perdiendo interés. A mí me gusta leer del tirón, como un maratón de series. Hay que aceptar como es cada uno, chica.
La última vez que me pasó lo de no parar de leer porque no podía parar de leer fue con Amapolas en Octubre. Antes de eso, fue con Placer Licuante cuando estaba en Nueva York (asumimos también que al día siguiente no me levanté para hacer lo que tenía programado, no pasa nada). Y el anterior, fue un libro de clase que me enganchó porque contaba la historia del proceso terapéutico de una pareja, pero de manera novelada, en primera persona y sin mucho tecnicismo. Y el anterior a ese fue el Manual de la Perfecta Cabrona, que me regaló mi tía por reyes.
Si es que no se puede ser lectora compulsiva.
Que me voy por las ramas. Voy a hablarte de tres de mis libros favoritos de los que no he hablado aquí. Porque podría meter Algún día no es un día de la semana o alguno de los mencionados antes, pero si ya os hable de ellos, ¿para qué repetirme?
Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena.
Creo que, como psicóloga y siendo la novela negra de mis géneros favoritos por excelencia, sería raro que no considerase esta una de mis novelas favoritas. El autor se metió durante 18 días en un psiquiátrico de verdad y por eso las descripciones de algunos de los fenómenos de los trastornos son tan reales, como el hombre que duerme encima de una almohada imaginaria.
Narra la historia de Alice, una detective que se mete en un psiquiátrico para resolver un crimen… O no. Tal vez Alice está loca y cree que es una detective pero se merece estar ahí. Y ese giro constante de pensamiento te acompaña durante las más de 500 páginas que tiene. Dos días tardé, y porque tuve que ir a trabajar entre medias.
Irene, de Pièrre Lemaitre.
Tengo una relación amor-odio con este libro. Porque me ENCANTÓ el libro, pero el título me parece una mierda. En realidad, en francés se titula Travail Soigné, y en español lo llaman Irène.
Voy a dejarlo ahí, porque no soy yo de hace spoilers. Pero si lo has leído, igual entiendes mi descontento con la decisión de Alfaguara. Es que les he escrito una queja y todo, que soy yo muy de quejarme.
La melancólica muerte de Chico Ostra – Tim Burton.
Reconozco que este libro no es para todo el mundo, por varias cosas. Uno, porque es poesía. Dos, porque es Tim Burton. Tres, porque es un poco oscuro, no solo por las ilustraciones, si no por algunos poemas. Teniendo en cuenta que es de Tim Burton, pues bueno, trata la muerte de una manera particular, mezclando ternura, poesía, muerte, horror y crueldad, todo junto y muy revuelto.
Por si eres igual de friki de los idiomas que yo, la edición de Anagrama te pone al final los poemas en versión original.
Estos son los tres libros que están fijo fijo en mi top diez, más algunos de los que dije anteriormente. Todos muy darks, todos muy yo. Porque, como dice Ter, ya sé yo que soy muy especial.