Me encanta que llueva en verano
Me encanta que llueva en verano. Qué cosa, ¿eh? No que llueva en invierno, no que haga sol en verano. Me encanta que llueva en verano.
Me encanta porque es una de esas cosas que pasan de manera excepcional, rara. No es la estación del agua, sino que cuando llueve es por tormentas puntuales y sin estar aterecidos de frío en casa. Llueve y no te congelas. Llueve y es de dia, además, porque los días son más largos, así que estoy escribiendo esto mientras llueve un viernes de junio a las 9 y media de la noche, cosa que me parece maravillosa.
Me encanta que llueva en verano, porque es una peculiaridad. Una peculiaridad del tiempo y una peculiaridad mía. Es algo que no pasa muchas veces, pero seguramente tampoco encuentres mucha gente a la que le guste realmente que llueva en verano, porque preferirán estar tostándose al sol, tomando algo en una terracita, disfrutando del verano… Pero a mi no, a mi me gusta que llueva en verano.
Me gusta que nos tengamos que esconder de repente de la lluvia en cualquier portal o cafetería, o que la lluvia medio caliente nos moje hasta las bragas. Que tomemos algo mientras llueve, en una terraza atechada.
Ese gusto es una de mis legítimas rarezas y peculiaridades que me hacen ser quien soy. Que llueva en verano, con calor, mientras el día está claro, me hace feliz, me pone de buen humor. Huele a lluvia que se evapora sobre el asfalto y riega mi verde Asturias. Huele a naturaleza.
También porque soy una persona casera que disfruta de su tiempo a solas, en la calidez y tranquilidad de su hogar, con sus perros y su pareja, simplemente viendo una película o jugando a un juego. Mientras fuera cae la del pulpo y entra tanta claridad por las ventanas que no tenemos ni que encender la luz. Pequeños placeres veraniegos que muchos no llegan a entender.
Porque estas peculiaridades veraniegas son tan puntuales, que son maravillosas cada vez que ocurren. Como la vida misma, como cada uno de nosotros. Peculiares y maravillosos.