revista de moda
Cosas que me pasan

Necesito una revista

Veras, yo siempre he sido de revistas.

Textos cortos, varias secciones, diferentes temáticas, muchas fotos, testimonios, ropas, tendencias, experiencias… Cuando era pequeña, leía revistas. Me flipaban. Contaban historias, cuentos, tenían pasatiempos. Me encantaba su periodicidad, estar esperando en el quiosco de enfrente de casa y preguntar había llegado ya y que me guardasen una. Pero también tengo el recuerdo siempre de mi abuela leyendo las suyas cada semana religiosamente. Pronto y Hola. Como un reloj, lunes y miércoles.

Cuando crecí algo más, mis amigas (que eran algo más mayores que yo) leían la SuperPop y la Bravo. Bueno, no la leíamos, la estudiábamos. Minuciosamente. Nos sabíamos las secciones de pe a pa. Cada una tenía su favorita, o eras team Bravo o eras team SuperPop o eras team Loka/NuevoVale. No había medias tintas, tenías que elegir, todas teníamos una favorita.

Con 15-16 años, la SuperPop se nos fue quedando pequeña poco a poco, y en ese momento es cuando empezó a ponerse de moda la Cuore. Sobre todo la sección de ¡Arg!. Ahora lo pienso y me quiero matar pensando que eso me gustase, pero eramos adolescentes en los dosmiles… y nos habíamos criado en el reinado del heroin chic.

En la universidad, pasé a revistas más “adultas”. Revistas de renombre: Vogue, Elle, Cosmo… Tendencias, moda, dietas. Lo que necesitabas para encajar. Pero me duró poco. Con el pico del TCA se me hizo mucho más consciente y doloroso todo lo relacionado con la imagen, la presión estética se hizo más visible y empezaba a ser consciente de la gordofobia social. Las revistas empezaron a hacermelo pasar más mal que bien. Pero por obra y gracia de internet, descubrí los blogs. Y mi vida cambio completamente.

Ojo, yo siempre había tenido mi pequeño espacio en internet donde compartía mis cosas. Con 12 años, un myspace. Con 14 y hasta los 17, blogspot, pero era más dificil que alguien leyera las reflexiones anónimas de una adolescente triste, ni siquiera se hacía un uso marketiniano estratégico del par de redes sociales que había. Luego ya con 24 creé este en el que ahora me estás leyendo.

Con 21-22 años encontré un par en concreto que tenían un punto de vista inclusivo. Al menos, más inclusivo de lo que yo había vivido hasta ese momento, ahora se me quedarían cortos. Pero en ese momento de mi vida, leer historias de gente como yo, con un cuerpo como el mio, con problemas como los míos y que te daba trucos, consejos, sitios donde comprar ropa… fue un autentico bote salvavidas leer a gente que me entendía, aun cuando yo había apartado la escritura de mi lado.

Desde ese momento mi vida ha dado muchas vueltas. He abierto mis propios blogs, he vivido un camino de aceptación y de amor propio increíble, me siento más libre, he sufrido muchas perdidas personales, me he hecho autónoma… y todo eso está muy bien, pero ahora llega el verano y solo quiero ser una chica normal que se lee una revista. Sin más pretensiones que eso. Sin pretender cambiar el mundo ni dar lecciones de nada. Los blogs están muy bien, pero echo de menos una buena revista en papel, que compre en el kiosko y que me lleve a la piscina.

Desde aquí imploro a las diosas un pequeño huequito en una gran revista al menos, empezar a cambiar las cosas desde dentro. Hablar de lo mío y de lo ajeno. Desde la sexología, el humor y la experiencia.

Solo quiero una revista buena. No una revista cualquiera que hable de dietas détox y en la que la mayor diversidad que pueda haber sea una chica de talla 40 que Dior no se ha negado a vestir, sino diversidad real libre de gordofobia y de juicios. Una revista inclusiva, abierta y ligera, de lectura rápida, de cosas banales.

No pido tanto. ¿Existe? ¿La encontraré? ¿Está por ahí esperandome?

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